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La Otra Mirada: la serie que debería ver todo el mundo

Si buscáis una serie que hable de la lucha por la igualdad, que muestre las ganas de revolución de mujeres que nos han llevado hasta donde nos encontramos hoy en día o que abra los ojos de la sociedad con mensajes tan importantes y, a la vez, tan simples, La Otra Mirada es la opción perfecta.


Estrenada por Televisión Española como serie de verano, los trece capítulos que han salido a la luz han sabido a poco. Una trama que engancha desde el principio y que no se resuelve hasta el final; un mensaje fresco, que todavía no se ha visto en la televisión, que es, al fin y al cabo, el feminismo y un reparto de lujo que hacen de esta serie de época una oportunidad para darse a conocer para sus creadores: Josep Cister Rubio y Jaime Vaca.


Empezaré nombrando al fantástico reparto que forma parte de la serie porque, sin duda alguna, el renombre de tres de las cuatro profesoras protagonistas ya advierte de que será un buen producto (al menos cuidado). Ana Wagener está sensacional como Luisa. Su carácter marcado y señorial hace que triunfe el personaje de Teresa, interpretado por Patricia López Arnaiz. Desconocida en el panorama español hasta la fecha, Patricia ha conseguido conquistar a todos los espectadores con un personaje carismático, transparente y feminista. A ellas se sumarán Macarena García -que, últimamente no para quieta- y Cecilia Freire, cuyas interpretaciones son capaces de transmitir muchas emociones al otro lado de la pantalla.


A su vez, la serie no tendría sentido sin sus alumnas. Actrices ya conocidas como Carla Campra se unen a las que han hecho de esta su estreno en la televisión: Begoña Vargas, que interpretará a Roberta, Lucía Díez (Margarita), Paula de la Nieta (Macarena), Abril Montilla (María Jesús) y Elena Gallardo (Candela). Todas ellas tendrán su momento en la serie, por lo que a todas se les cogerá cariño y cuya unión serán las raíces sobre las que la serie crezca. O todas o ninguna. Juanlu González interpretará a Ramón, el conserje de la Academia, que aportará toques de humor (y cierta ternura también diría) y representará al hombre del siglo XX, respetuoso pero con muchas (tantas) cosas que aprender.


Inspirada en la Sevilla de 1920, la Academia de Señoritas sufre un huracán revolucionario con la llegada de Teresa, una mujer contraria a todo lo que marcaba la sociedad en esa época. Hija del Embajador de España en Portugal, quiere saber por qué su padre ha muerto y qué relación tenía con Roberta Luna, estudiante de dicha academia. Teresa, sin ser profesora ni tener un título, se presenta en Sevilla con la intención de resolver el enigma. Manuela, la directora de la academia, la contrata porque ve que es diferente al resto y, esto, le acarreará problemas con los padres de las alumnas que quieren lo de siempre y con Luisa y Ángela, profesoras del centro que se conforman con que nada cambie.


Sin embargo, Teresa hará pensar a las alumnas por sí mismas y las llevará a actuar por sí solas. Les afectará positivamente y terminará haciéndolo también con las profesoras. Manuela quiere volar, pero su madre y marido solo le cortan las alas. Tomará la decisión de volar sola, aunque le cueste su matrimonio. Y, al final, saldrá bien, porque tanto Manuela madre como Martín terminarán respetando sus tiempos y su actitud. Luisa, mujer clásica donde las haya, se revelará contra su hijo, que siempre ha vivido del cuento y que solo ha dado disgustos a su madre. Con la llegada de Teresa le ha entrado el gusanillo de conocer mundo y de explorar todo lo que las cuatro paredes de su casa -de la que tanto le ha costado deshacerse- le impedían. Ángela, sin embargo, es la que recibe un mayor castigo. Madre de cinco niños, forma la familia perfecta junto a David. No obstante, empieza a fijarse en Paula, madre de una de las alumnas de la Academia. Vivirán un amor intenso y “prohibido” que echará el cierre cuando Ángela le cuente a su marido su aventura. Se queda sola. Y aunque en los últimos capítulos veamos cómo empieza a disfrutar de sus niños otra vez, la condición para ello será no ver a Paula. No lo cumple. ¿Vivirá ese amor desmesurado, todavía latente, en secreto?


La Otra Mirada no solo trata temas de la época, como la inexistencia de un sufragio universal femenino, los matrimonios de conveniencia o la dependencia del marido en una sociedad patriarcal marcada por los prejuicios del siglo XX; sino que pone en juego actitudes de la sociedad de ahora, donde Teresa abandera a la mujer del futuro -la mujer de nuestro presente-: anima a denunciar una violación, acepta que las relaciones LGTB existen -siempre han existido- aunque sea en secreto, considera que las mujeres han de ser independientes y llevar pantalones o fumar, si quieren, y que la base para que todo cambie se encuentra en la educación. En resumidas cuentas: la mujer puede hacer lo que quiera porque para eso es libre.


A colación del tema de la violación, el capítulo siete es una verdadera obra de arte que refleja, a pesar de que hayan pasado cien años, la justicia española actual, donde, aunque se hayan avanzado en algunas temáticas, sigue sin progresar en cuanto a la defensa de la mujer se trata. El juicio por el que Roberta incrimina al mayor de los Peralta de violación me recuerda al caso de “la Manada”, donde se culpabiliza al agresor, pero sin duda alguna la sentencia no hace justicia al calvario vivido por la víctima.


Y es que, al final, lo que La Otra Mirada quiere transmitir es un mensaje de igualdad, feminista, donde se valore con equidad y donde se deje volar libremente. Suena a utopía en pleno siglo XX y, por eso, podríamos decir que a la serie le falta cierto grado de verosimilitud. Sin embargo, al estar dirigida a un espectador del siglo XXI, es justo ese mensaje, esa serie, lo que la sociedad de hoy en día necesita. Mostrar al mundo que siempre hay más de una perspectiva con la que enfrentarse a las cosas, que hay más de una mirada y que la otra mirada, la femenina, es igual de importante e interesante. Queda mucho por avanzar, pero si esta serie ha servido para que personas que todavía no habían hecho ese clic en la cerebro le hayan dado una vuelta de tuerca a la situación que se vive en España ahora, será un triunfo más que conseguido.


No obstante, con un final abierto, que no os contaré porque os animo a verla -son solo 13 episodios-, nos queda la duda de si habrá una segunda temporada. Con un más que conseguido 10% de share en pleno verano, creo que los jefes de Televisión Española deberían valorarlo. Si no, siempre quedará la esperanza de que caiga en manos de Netflix ¿Por qué ver La Otra Mirada? Por el bien del mensaje que transmite, por la frescura que ha aportado al panorama seriéfilo español o porque a cuanta mayor gente le llegue, más gente conocerá esa otra perspectiva de la que hablaba; para que se valore y para poder disfrutar con nuevas tramas. ¿Por qué no verla? Eso me pregunto yo: ¿por qué no?



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