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El mejor verano de mi vida: optimismo y sol a cántaros

Tras darse a conocer con su pareja de películas Barcelona, nit d’estiu y Barcelona, nit d’hivern el director de cine, Dani de la Orden, vuelve a las pantallas con El mejor verano de mi vida. Estrenada el 13 de julio, se trata de una cinta que no deja indiferente a nadie.




Se postula como la comedia española del verano, dirigida a toda la familia. Risoterapia durante noventa minutos pasada por ciertos momentos románticos y algunos instantes más tristes para que luego la comedia vuelva con más fuerza.



Tras sacarse la carrera de Administración y Dirección de Empresas, a Curro le ofrecen un trabajo como vendedor de robots de cocina. Se convierte en el máximo vendedor y consigue crear un pequeño imperio de dinero con el que empieza a comprar cosas innecesarias. Pide créditos al banco para consumir aún más. Daniela, su mujer, le advierte de que el dinero no dura para siempre y, efectivamente, este termina por acabarse. Esto provocará que Curro se endeude y entre a formar parte de la lista de morosos de su bando de referencia. Así, la pareja entrará en una crisis matrimonial cuya única víctima será el pequeño Nico. Y para más inri, en la empresa han hecho una especie de competición de ventas: el primero en la lista, pasará a ser jefe; los tres últimos, se irán a la calle.


Para motivar a su hijo, Curro -iluso- le promete a su hijo unas vacaciones de ensueño si consigue sacar todo sobresaliente. Nico, aplicado donde los haya, se pone manos a la obra y terminará completando el objetivo de manera excelente. Y claro, Curro sigue sin tener nada de dinero. Así, empezarán una serie de aventuras padre-hijo por toda España. La primera parada será Fuenteovejas, el pueblo de Curro, donde se encontrarán con los personajes de Gracia Olayo y Berto Romero. Aburrido y decepcionado con la promesa que le había hecho su padre, Nico le pide irse.


En un intento de viaje a Marruecos con sus tíos, Nico decide darle otra oportunidad a su padre y se escapa del barco que iba rumbo al continente africano. El destino quiere que ambos terminen en una especie de resort zen y eco-friendly, donde conocerán a Laura y Zoe. La primera, hija de la segunda, lleva meses sin hablar y su madre, dueña del resort, no encuentra la solución al mutismo. Sin embargo, Curro, a la primera de cambio le saca unas pocas palabras. Zoe, esperanzada por poner fin al problema de su hija, le ofrece a Curro pensión completa el tiempo que ellos quieran para que animen a Laura a hablar. Así, de gratis, como si todo fuera tan fácil en la vida.


Más tarde, irán a Marbella, a la casa -casoplón- de la madre de Zoe. La clase alta, las costumbres estiradas, la escasez culinaria y los elevados precios no encajarán con Curro, que ve como su futuro se va de sus manos. Sigue sin vender un robot de cocina. Por ello llegará a un acuerdo con el “malo” de la película, interpretado por Jordi Sánchez. Este, encargado de los negocios de la madre de Zoe y la misma, lo único que quiere es sacar el máximo beneficio propio a costa de los demás. Así, aprovechándose de Curro, le ofrece la compra de 300 robots de cocina a cambio de que aconseje a Zoe, la cual le ha cogido mucha confianza, de firmar en el acuerdo que van a llevar a cabo con una empresa china. Este acuerdo, sin que Curro en ese instante lo sepa, tendrá consecuencias sobre su mujer, Daniela, pues la fábrica textil en la que trabaja cambiará de dueños en el momento en el que se firme el contrato.


Curro consigue ganar el concurso de su empresa, pero por el camino se ha llevado la amistad de Zoe y el silencio de Daniela. Así, tomará la decisión de plantarse en la reunión entre Zoe y el grupo chino para decirle la verdad e impedir que se lleve a cabo el cambio de empresa. Así, Zoe empieza a tomar decisiones por sí sola y Curro recupera a Daniela. De esta forma, cuando sus padres terminan por reconciliarse cuando Nico reconoce que este ha sido el mejor verano de su vida.


De la película cabe destacar el gran reparto que pone cara a los personajes: Leo Harlem, Toni Acosta, Maggie Civantos, Isabel Ordaz o Jordi Sánchez entre otros; además de los pequeños que interpretan a Nico (Alejandro Serrano) y Laura (Stephanie Gil) que aportan frescura y ternura a la película. Ninguno pasa desapercibido, pero el que brilla desmesuradamente por su espontaneidad, por sus ocurrencias, por sus chistes y su manera de contarlos y por la interpretación (aunque a la legua se ve que es más un cómico que un actor) es Leo Harlem. El hombre se marca un monólogo constante durante noventa minutos con el que el espectador no deja de reír. El peso de la película pasa por él y por el efecto que sus actos tengan sobre los espectadores. Sin duda alguna consigue el objetivo.


Va a ser una de las películas españolas más vistas del verano porque es fácil sentirse identificado con alguno de los personajes, sobre todo con Curro y Nico. Muchos padres y madres quieren darles a sus hijos unas vacaciones inolvidables, pero por razones económicas no pueden. Como consecuencia, el hijo/hija se siente decepcionado o espera más. No obstante, la forma en que Curro consigue regalarle un verano increíble a su hijo no es más que una utopía inalcanzable. En la vida real, cuando Curro roba la gasolina por primera vez habrían sido pillados y la película no habría durado ni quince minutos.


Por las risas, por la manera en la que está contada la historia (mérito más que reconocido a Dani de la Orden), por compartir un momento con la familia, por dejarse llevar y por huir del calor veraniego en las calles y contemplarlo solo desde la pantalla, El mejor verano de mi vida es una opción perfecta para todos aquellos y aquellas que no sepan qué ver en el cine. Saldrán con una sonrisa en la cara.

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