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Algo que amar, algo que odiar

No hablamos de historias de alcanzar sueños, no hablamos de cuentos de hadas. Ni si quiera de lo divertido que es la fama y el éxito. Hablamos de lo contrario, Tonya es lo contrario a todo lo que la sociedad espera de una patinadora artística, todo lo contrario a lo que se esperaría de una película así. Tonya es, bueno, es Tonya.

Tonya Harding fue una famosa patinadora estadounidense que destacó no solo por su gran nivel técnico-artístico-deportivo sino por llevar una vida extravagante, cuando menos. Esta película va a contar su historia desde pequeña, cuando su madre no paraba de presionarla, hasta su difícil matrimonio, etc. Se presentará como un documental ficticio basado en varias entrevistas reales realizadas a Tonya y su entorno. Es aquí precisamente donde se haya uno de los valores de la película, su relación entre forma y fondo.


El personaje principal no es un personaje para nada arquetípico ya que destruye todos los clichés, no solo de una patinadora artística sino que rompe con los roles de género de una manera casi radical. Tonya no se presentará como la que debería ser, según la sociedad, una patinadora elegante, femenina... Tampoco en su vida ya que le gustarán las cosas que tradicionalmente gustarían a los hombres: camionetas, armas... Margot Robbie encarna este papel de una manera magistral encajando el personaje al milímetro.


La forma

El "falso" documental en que se presenta la historia casa perfectamente con la personalidad de los personajes y el estilo de la historia contada. Nadie es "normal" en esta loca trama en la que cada uno hace lo que le apetece. Así, los momentos en los que la trama se detiene y los personajes miran a cámara se convierten en auténticas maravillas que crean suspense y dramatismo.


Las entrevistas que se insertan durante toda la película entran en el juego como narradores de distintas versiones de una misma historia, la vida misma. No obstante, nos posicionamos siempre del lado de Tonya, es la sufridora y la que parece que merece más que los demás, empatizamos con ella.


El montaje es muy especial y las secuencias en las que Tonya patina son realmente estupendas y agradables en los que la música acompaña la acción de manera acertada e incluso paradójica, especialmente cuando su marido la pega o discuten por cualquier cosa. En general, toda la forma de presentar la historia de Tonya merece la pena a nivel audiovisual en todos los sentidos.


El fondo


Como hemos dicho forma y fondo están relacionados de manera especial en esta película. Con una presentación inusual tenemos una historia que no se queda corta en esta características. Los personajes, sus comentarios, sus actos, su aspecto... Nadie podría considerarse normal en esta película.


Tonya es el centro de la historia y representa la rebeldía, el cambio e incluso revelarse contra lo establecido, pero siempre de manera subordinada o insegura. No se siente ni querida, ni aceptada y siempre dice "Eso no fue culpa mía" justificando (a veces a sí misma) las cosas que le salen mal.

Fuente: Vanity Fair


Por otro lado, Jeff y la madre de Tonya serán una especie de antihéroes que no harán más que poner trabas a toda la carrera de la protagonista. Casi sin darse cuenta destruyen poco a poco su carrera a pesar de pensar que la están ayudando. Tonya solo se tiene a sí misma, ella contra todo el mundo.


Conclusión


Todo esto está muy bien, es muy bonito que la forma y el fondo estén perfectamente entrelazadas pero, ¿de qué habla Yo, Tonya? La película habla de sentirse querido, sentirse dentro de una familia, una sociedad, encajar... También cuenta lo difícil y efímera que es la fama. Habla de la violencia en todas su facetas y para lo que sirve al final.


También cuenta que una mujer puede ser como ella quiera lejos de los estereotipos y los roles de género. Tonya representa una mujer que se revela contra el sistema y los jueces del mundo deportivo y que por esto acaba mal.


La frase final parece resumir el mensaje en su totalidad y que titula este artículo: "América, queréis algo que amar pero también algo que odiar". Necesitamos odiar a alguien a la vez que amarlo, como sociedad parece que nos hace felices destruir las vidas de los demás a la vez que necesitamos ídolos a los que adorar. Todo a la vez, contradictorio, como Tonya.

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