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Siempre encendido, siempre sufriendo

La frase que titula este artículo es la última que se pronuncia en el último capítulo de la cuarta temporada de una de las series más perturbadoras y misteriosas del panorama audiovisual del momento. Las historias distópicas que nos ha regalado la producción de Netflix son un vivo reflejo de nuestra loca sociedad, a pesar de estar ambientadas en una especie de futuro cercano.


Para el que no lo sepa, Black Mirror es una serie que comenzó como una humilde producción de tres únicos capítulos que, estrenada en 2011, causo tanto furor como duras críticas en Reino Unido. No obstante, la serie se ha ido haciendo cada vez mayor hasta su compra por Netflix que actualmente es la productora.

Todas las historias siguen un hilo conductor o tema en común que es cómo afecta la tecnología en nuestras vidas y "cómo podríamos estar viviendo en 10 minutos si somos torpes", como dice su creador, Charlie Brooker. Es así en cada uno de los episodios, independientes en personajes, lugares, épocas y acontecimientos una crítica como una oda a los cada vez más numerosos y sorprendentes avances tecnológicos de la era moderna.


La serie nos obliga de alguna manera a plantearnos ciertos aspectos de la vida postmoderna que parece que olvidamos. Por ejemplo, la excesiva utilización de las redes sociales o la tendencia de vivir a través de nuestros dispositivos, siempre encendidos, son algunos de los mensajes más recurrentes de los capítulos. Algo estaremos haciendo mal cuando, al ver la serie, lo que pensamos muchas veces es: "Vaya...si es que esto es verdad" ¿Cambiamos nuestros hábitos?


Lo que está claro es que la serie solo intenta mostrar y contar historias y creo que sin afán de criticar, es decir, se nos ofrece todo de una manera "objetiva" que acabamos entendiendo como una crítica hacia nosotros mismos. Sabemos que algo no funciona y nos horrorizamos de nuestros propios errores o fallos. Nos reflejamos en un espejo en el que solo se ve lo malo(?), un espejo negro...


El pasado mes de diciembre, Netflix estrenaba la nueva temporada hasta el momento de Black Mirror rompiendo en varios aspectos con la tradición. Es notable la mejora narrativa y técnica en esta temporada, además de un guion mucho más profundo y mejor hilado que en otras entregas anteriores. Mi recomendación especial para esta temporada es ver todos los capítulos en orden, sin excepción.

Me gustaría hacer hincapié en algunos aspectos novedosos de esta temporada que podemos considerar desde dos prismas distintos. Estoy hablando del controvertido capítulo final de la cuarta entrega de la serie: Black Museum. En este capítulo una chica aparece en un museo perdido en un desierto en el que se encuentran muchos artilugios que encierran espeluznantes historias en su pasado. Algunos de estos artilugios pertenecen a capítulos ajenos de otras temporadas.


Es interesante la estructura de dicho capítulo en sí ya que se trata de una especie de glosario de la serie completa pero además la propia historia del capítulo esta formada por tres mini-episodios más. Es un museo de toda una serie completa, es un homenaje a todo el trabajo realizado hasta ahora.


El episodio es uno de los mejores de toda la serie pero, ¿realmente es positivo romper con la trayectoria que llevaba la serie y unir los episodios de esta manera? A través de todos los artilugios del museo, se hace evidente que todas (o casi todas) las historias que hemos visto a lo largo de la serie se desarrollan en un mismo tiempo y "universo". En mi opinión se ha cometido un error que rompe la narrativa y puede ocasionar limitaciones practicas.


¿Por qué no me gusta que se unan las historias?


Principalemente opinio que gran parte de la grandeza de la serie venía dada por la independencia entre capítulos. Cada episodio era una pieza que podía entenderse de manera aislada para ser pensado y disfrutado sin influencias de otras historias o personajes. No estoy seguro hasta que punto esto se puede continuar si unimos, de una manera tan superficial como se hace, la mayoría de episodios en un universo común.


A nivel narrativo, Black Mirror funciona muy bien al aislar problemas del mundo occidental en cada uno de los episodios para poder tratarlos de manera absoluta. Ahora parece que nos proponen un universo en el que todos esos problemas conviven y son sufridos por todos. Esto, a pesar de parecerse más a la realidad, me agobia como espectador y seguidor de la serie. El propio creador ha confirmado que todos los capítulos suceden en un mismo universo.


En resumen, Black Mirror es una serie que parece que ha llegado para quedarse por la enorme expectación que genera el estreno de cada temporada. Se trata de una ficción real que remueve nuestra conciencia a medida que avanzamos entre sus misteriosos capítulos y descubrimos que lo único que nos hace daño de verdad son todos y cada uno de los dispositivos que nos mantienen "siempre encendidos, siempre sufriendo".

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