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Blade Runner 2049: Los replicantes vuelven 35 años después



Y no solo los replicantes regresan, también lo hace Harrison Ford en el papel de Rick Deckard, la caza de los Nexus 8, los coches voladores, la lluvia constante y la publicidad a tamaño de rascacielos y en forma de hologramas.


Ridley Scott en esta nueva entrega consigue traer de vuelta la misma estética apocalíptica presentando un planeta exhausto invadido por una polución espeluznante. En este clima de desasosiego, K (Ryan Gosling), un nuevo tipo de replicante, más pacífico y dominable que los Nexus 8, anda en busca de los últimos ejemplares de este modelo, que viven escondidos en la Tierra. Tras encontrar un maletín con lo que parecen ser huesos de un Nexus 8, Joshi, su jefa, lo manda en busca de la única persona relacionada con la replicante Rachel: Rick Dekard.


Lo que hace de la búsqueda una cuestión vital es el descubrimiento de que la replicante Rachel hubiese muerto en el parto, lo que significaría que los replicantes podrían procrear, reproduciéndose a su antojo. Tras un par de giros en la trama, aparece además la posibilidad de que ese niño, el hijo de Dekard, sea el propio K.


Simultáneamente, la empresa Wallace ha sustituido a sustituido a Tyrell Corp en la creación de replicantes, y Niander Wallace (Jared Leto) busca desarrollar un modelo de androide capaz de reproducirse por lo que el descubrimiento de K le resultará muy interesante.


Las dos horas que dura la película exponen una trama bien desarrollada que consigue mantener el ritmo en todo momento hasta el punto de que, desde mi experiencia personal, no se hace larga ni lenta en ningún momento. Mantiene el toque del largometraje original con diálogos escasos y un gran papel de ambientación.


Destaca la aparición de la cubana Ana de Armas como holograma, que hace el papel de enamorada de K, y ayuda a mostrar el lado mas emocional de los replicantes, en ocasiones más humanos que los propios humanos.

Una objeción de Blade Runner 2049 es que parece quedar inconclusa, con varios cabos sueltos como si dejase preparada una historia que retomar en una tercera entrega que resultaría innecesaria.


La banda sonora se queda un poco atrás, en comparación con la primera película, aunque el silencio sigue teniendo un papel fundamental. Mención especial a la escena de la llegada de K al hotel donde vive oculto Dekard. El silencio resulta casi invasivo, evidenciando más aun la sensación de abandono tanto del edificio como de la ciudad entera. Es una escena mágica donde el clima y el silencio son los protagonistas.

La utilización de los efectos especiales obviamente es imprescindible para la película, pero sobresale en escenas como la que interpretan Ana de Armas y Mackenzie Davies, cuando holograma y chica se superponen convirtiéndose en una sola durante una secuencia de más de un minuto.


Blade Runner 2049 es una secuela a la altura de la original, que mantiene sus toques más característicos, incluye un toque de nostalgia pero no es una historia del pasado, sino que progresa con una narración innovadora que solo mira atrás en contadas ocasiones.


Es habitual que una película muy esperada, que haya creado tantas expectativas, acabe decepcionando, pero este no es el caso, pues 35 años después salimos del cine con la misma la pregunta en mente que los espectadores que fueron a ver Blade Runner en 1982: ¿es Dekard humano o replicante?


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