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La montaña entre nosotros: nadie llegó lejos imitando

Parece que no nos queda creatividad. Se han rodado tantas cosas que ya no quedan historias que contar y tenemos que recurrir a historias manidas para, al menos, intentar emocionar al espectador. Se han hecho muchas pelis malas, pero aún quedan ganas de hacer más.


La montaña entre nosotros se trata de un telefilm con una trama que todos conocemos. Un avión se estrella y solo sobreviven un chico y una chica. “¿Hasta donde llegarán para sobrevivir?” “¿Será su amor lo suficientemente fuerte para continuar?” En resumen, la película ni emociona ni sorprende.


Tras cancelar sus vuelos, Alex (Kate Winslet) y Ben (Idris Elba) se embarcan en un viaje en un pequeño avión bimotor. Trágicamente, el piloto sufre un infarto al sobrevolar las montañas cayendo el avión al vacío. Sobreviven al siniestro los protagonistas y el perro del piloto. Tras varios días esperando a que les rescaten, deciden salir de la chatarra del avión y buscarán sobrevivir.

A partir de aquí la historia se va a desarrollar de una manera muy plana sin una profundidad ni complejidad que llame la atención. Ambos personajes acabarán enamorándose el uno del otro, a pesar de que Alex esté prometida y Ben aún no se ha recuperado de la muerte de su esposa. Podemos decir que principalmente no ocurre nada interesante excepto su relación amorosa. No obstante, resolvemos que no odiamos esta película por algunos motivos.


Motivos que la salvan del odio:


  1. Atisbos de suspense. Existen contados momentos en los que se vislumbra algún intento de mantener al espectador tenso en la butaca. Uno de ellos es justo antes de estrellarse el avión. Alex y Ben se sientan y abrochan el cinturón de espaldas a la cabina. El espectador puede ver cuánto les queda para recibir el golpe, pero ellos no. Además gritan: “manos a la cabeza” mientras se acercan al suelo.

  2. Inteligente utilización del plano secuencia. En el mismo avión, desde que suben hasta que se estrellan, no existe ningún cambio de plano. La cámara recorre durante toda la secuencia el avión de arriba abajo mientras los personajes hablan.


El final, al más puro estilo Richard Curtis, se mantiene en la línea de lo predecible. Tras el incidente se reencuentran y se dan cuenta de que han de estar juntos. Tras despedirse y marcharse cada uno por un lado, vuelven corriendo y se funden en un abrazo. Así entendemos que la montaña que había entre ellos era un frontera que podían superar (sus otras relaciones).

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